jueves, 3 de septiembre de 2015

La leyenda del Dolocher.

En el corazón de Dublín, Irlanda, se encontraba antiguamente una prisión conocida como la Prisión del Perro Negro (Black Dog Prison); que fue abierta a comienzos del siglo XVIII y funcionaba como una cárcel para deudores.
Por su naturaleza, se manejaba como una empresa. Es decir, un prisionero podía pagar para que le dieran una cama, o de lo contrario simplemente era arrojado en los calabozos infestados de ratas. Entre los cientos de prisioneros estuvo un hombre conocido solo como Olocher.
Olocher fue encarcelado tras violar y asesinar a una mujer. Sin embargo, en la mañana que iba a ser colgado en la horca de Gallows Green en 1788, Olocher fue encontrado sin vida en su celda; lo que desató el enojo de la población, ya que no se explicaban qué había hecho el hombre para suicidarse, pero jamás se encontró el motivo o el arma que usó para evitar ser colgado.

Pero Olocher no quedó ahí.
La noche siguiente, un vigilante en Cork Street fue encontrado en el piso, inconsciente y bañado en sangre; como si hubiese sido atacado por un animal salvaje. Cuando recuperó la consciencia, reveló que había sido agredido por un cerdo negro de gran tamaño.
Los guardias de Black Dog se negaron a realizar sus rondas, diciendo que a lo largo de los días posteriores al ataque podían ver la silueta fantasmal de un cerdo negro rondando el edificio. La histeria se apoderó de los guardias y prisioneros, quienes creía que Olocher había sido castigado por cometer suicidio y fue transformado en una entidad demoniaca.
Lo llamaron "El Dolocher", siempre temerosos a que la criatura los atacara en venganza por haber sido apresado; y Cork Street se tornó rápidamente en un tema tabú para el personal. Al menos hasta que un hombre intentó realizar el patrullaje en esa área durante una noche.
A la mañana siguiente, solo quedaban sus ropas y su rifle tirados en el piso. El hombre no volvió a aparecer, lo que llevó al personal de la prisión a confirmar sus peores temores: el Dolocher no solo era real, si no que había cometido su primer asesinato.
Días después, una mujer dijo haber sido atacada en Christ Church por un cerdo negro durante la misma noche que el guardia desapareció. La fémina se quejó de que el animal intentó morderla, pero que pudo huir. Estos ataques fueron solo el inicio de una ola de terror en el área de clase trabajadora en Dublín, The Liberties.
Cada noche se escuchaban los gritos de mujeres aterrorizadas por el Dolocher, el cual se desvanecía en la noche luego de cada ataque. Conforme la primavera dio paso al verano, los ataques del Dolocher perdieron intensidad hasta que la ciudad pudo volver a descansar.
Al menos, hasta que el clima volvió a dar lugar a noches oscuras y llenas de niebla, las cuales indicaron el regreso del temido monstruo. Los ataques se tornaron más severos, culminando en una violenta golpiza a una mujer embarazada que perdió a su bebé a raíz del acontecimiento.
Los temerosos pobladores de Dublín se organizaron en grupos y mataron a cada puerco en la ciudad, dejando los cadáveres como una amenaza hacia el Dolocher... así que, ¿cuál sería su sorpresa al ver que la mañana siguiente, no se encontró ningún cadáver de puerco?
Los restos de los animales habían desaparecido mágicamente, lo que incrementó el terror de la gente y cimentó la reputación del Dolocher como un enviado del infierno que no descansaría hasta obtener su venganza.

En una noche tormentosa, un herrero acababa de salir de una taberna y caminaba por The Liberties cuando se percató de que algo lo seguía y gruñía a sus espaldas. Al voltear, se topó cara a cara con un cerdo del tamaño de un hombre que se abalanzó sobre él.
El herrero, fuerte y diestro en combate cuerpo a cuerpo, pudo luchar contra el temido Dolocher hasta noquearlo. La conmoción atrajo a los habitantes de Dublín y a los parroquianos de otras tabernas, quienes se sorprendieron al ver que el herrero pudo herir a la criatura demoniaca.
Al llegar la policía, descubrieron que el Dolocher no era un demonio o un espectro maligno, si no un hombre moribundo que iba cubierto con la piel y la cabeza de un cerdo.
En el hospital, el atacante fue identificado como el vigilante desaparecido de Black Dog, quien confesó que planeó todo desde que Olocher le pidió ayuda para suicidarse. Una vez muerto el preso, el guardia se dedicó a esparcir historias sobre el Dolocher y fingió su propia desaparición, para que así fuese libre para atacar a mujeres inocentes, disfrazado como un cerdo monstruoso y sobrenatural.

También confesó que coordinó la limpieza de los cadáveres de cerdos durante la noche, con el fin de mantener la histeria y seguir rondando las calles por las noches sin ser molestado. Las heridas que sostuvo en su lucha con el herrero le ocasionaron la muerte al cabo de unos días, y si bien algunos dijeron que otro criminal había escapado de la horca; todo Dublín pudo respirar tranquilo porque el Dolocher ya no existía más. 
Hay quienes insisten hasta este día, que la historia del guardia usando el disfraz del Dolocher inspiró cien años más tarde a otro asesino misterioso. Aquél que jamás fue atrapado y que quizás sea el asesino serial más famoso de la historia.
Jack el Destripador.

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