miércoles, 3 de febrero de 2016

El Hombre Lobo, parte 2 - La Edad Media y los juicios del Hombre Lobo.

Ilustración medieval del Hombre Lobo.
La creencia del Hombre Lobo aparece en la edad media de Europa cerca del siglo XI, con el poema de "Bizclavret", escrito por Marie de France. En esta obra, el noble Bizuneh se transforma en un lobo cada semana por razones que jamás son explicadas. 
Es en este tiempo que el término "werwolf" es registrado por Burchard von Worms, y vuelve a aparecer hasta el Bertold de Regensburg del siglo XIII; pero curiosamente, no como parte de la poesía o trabajos de ficción, si no registros históricos. 
Las tradiciones paganas de los pueblos germánicos se enlazan con la edad vikinga de Escandinavia, las cuales a su vez se extendieron a Rusia y crearon toda una nueva serie de mitos sobre Hombres Lobo. El príncipe Usiaslau de Polatsk, por ejemplo, se decía podía cambiar de forma y contaba con velocidad superhumana. El cuento de la campaña de Igor relata lo siguiente sobre Usiaslau:

"Vseslav el príncipe juzgaba a los hombres. Como príncipe, gobernaba ciudades; pero al anochecer acechaba en el disfraz del lobo. Desde Kiev, acechando, alcanzaba Tmutorokan antes del canto del gallo. El camino del Gran Sol, como lobo, merodeaba y atravesaba. Por él doblaban las campanas temprano en Santa Sophia, pero él las escuchaba en Kiev.

Esta clase de relatos da origen al folklore popular del Hombre Lobo en el folklore de la Europa moderna y se divide en dos grandes ramas. El Hombre Lobo alemán (encontrado en Francia, Alemania y el Báltico) se asocia con un pánico de caza de brujas que tuvo lugar en 1400, y el Hombre Lobo ruso o vlkodak (de Hungría, Rumania y los Balcanes), se asocia más con el concepto del No-Muerto o el Vampiro. 

Loup-Garou y Wolfssegen: Los juicios del Hombre Lobo.
Grabado medieval detallando el robo de un niño
a manos de un supuesto licántropo.
Ya sea por una histeria colectiva o algo mucho más siniestro, en la Francia del siglo XVI se disparó una serie de reportes sobre encuentros y ataques de licántropos a campesinos en aldeas de todo el país. En algunos de los casos, había evidencia clara de asesinatos y canibalismo, pero ninguna que conectara con lobos. En otros casos, como el de Gilles Garnier en 1573, había evidencia de ataques animales pero ninguna contra el supuesto Hombre Lobo acusado.
La figura del Loup-Garou con el tiempo dejó de ser vista como la de un hereje o brujo y se convirtió en una representación diabólica de un monstruoso lobo humanoide. Su contraparte femenina eran las lubins o lupins, que resultaban más dóciles.
En Bavaria se dio el "Wolfssegen", un amuleto o encantamiento para protegerse de los licántropos. Su contraparte era el Wolfbann, un hechizo que hacía susceptible a una persona a ataques de lobos.
Estos se extendieron hasta el siglo XVII, durante el periodo conocido como "La Mini Edad de Hielo", donde grandes grupos de lobos infestaron los Alpes bávaros; y no era raro encontrar a encantadores bajo el nombre de Wolfssegner.
Los Wolfssegners eran ancianos que se ganaban la vida vendiendo remedios, talismanes y encantamientos. En muchas ocasiones eran descubiertos como embaucadores o perseguidos como practicantes de magia negra por la iglesia católica. El más conocido Wolfssegner era Thomas Heiser, un anciano de 84 años que fue torturado hasta confesar como realizaba los encantamientos, los cuales había aprendido de un amigo cincuenta años antes.
Heiser se ganaba la vida en la ciudad de Innsbruck, donde presumía de tener el poder de llamar a los lobos y obligarlos a atacar ganado en específico, y el cual había ganado tras venderle su alma al diablo.

Europa vs. el Lobo.
Imagen de la supuesta Bestia de Gévaudan.
La licantropía era una acusación común en los juicios de brujas, y fue parte de juicios como el de las brujas de Valais, el de los licántropos devoradores de niños en Vaud y muchos otros. El momento álgido de la creencia en el Hombre Lobo llegó a comienzos del siglo XVII, con la publicación de varios tratados sobre como lidiar con ellos.
En 1603, Henry Boguet escribió un extenso trabajo sobre licantropía, al cual siguieron tratados escritos por cardenales, pastores y filósofos que explicaban que la licantropía era únicamente una ilusión. Para 1670, los Hombres Lobo desaparecen mayormente de la atención del público, siendo únicamente importante un caso en el cual una mujer y su hijo clamaban tener el poder de transformarse en lobos.
James I de Inglaterra descalificó al Hombre Lobo, considerándolo  "una superabundancia de melancolía natural". En Francia, Diderot escribe en su enciclopedia que los reportes sobre Hombres Lobo son "desórdenes del cerebro"; aunque en esa época se dan reportes de bestias sobrenaturales similares a lobos.
Seres como la misteriosa Bestia de Geváudan o los sanguinarios lobos de París, corrieron rampantes matando a hombres, mujeres y niños por decenas hasta que se les dio muerte. El único rincón donde aún se creía firmemente en el Hombre Lobo, era el Sacro Imperio Romano. Al menos nueve trabajos sobre Licántropos se publicaron en Alemania entre 1649 y 1679.

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