miércoles, 9 de marzo de 2016

Los tacones y el espejo.

"Este incidente en particular ocurrió durante el 2008, cuando tenía 14 años. 
Ese día, regresé de la universidad luego del anochecer, cuando mi hermana y mi madre ya se habían retirado a dormir luego de un día bastante largo. No tenía mucho qué hacer esa noche, así que decidí hacer lo mismo.
Por alguna razón, no tenía sueño, así que intenté hacer varias cosas para cansarme. Leí cosas en internet, vi televisión y escuché música; pero nada de ello me ayudó a conciliar el sueño. Estaba despierto y sin muchas esperanzas de caer rendido en un buen rato.
Poco después de medianoche, escuché unos tacones caminando por el pasillo de la planta alta. Aquí quiero explicar que mi hermana, que es mucho más chica que yo, estaba en esa edad en que usaba toda clase de accesorios y ropa de mamá para "desfilar" por el pasillo superior como si fuera una pasarela.
Había un espejo en el rellano de la escalera, el cual me permitía ver un poco del pasillo superior. No vi a mi hermana pasar por el reflejo, pero sí seguía escuchando los taconazos en el piso de madera. Le susurré que se detuviera, pero me ignoró y siguió yendo de lado a lado.

Me acerqué a la escalera y la llamé de nuevo, cuidando de no hacer demasiado ruido para no despertar a mamá. Escuché los tacones acercándose al extremo superior de la escalera, así que volteé y fue en ese momento que pude ver el reflejo de una cabeza llena de cabello negro por encima del pasamanos sobre el cubo de la escalera.
Me sobresalté, porque mi  hermana era rubia y hasta donde sé, no tenía ninguna peluca negra. Intenté convencerme de que así era, porque de lo contrario, ¿qué demonios estaba arriba? 
Lo que fuese esa cosa, seguía caminando por el pasillo. Le grité que se callara de una maldita vez, me levanté del sillón y decidí ir a ponerle fin de una vez por todas. Al llegar al pasillo, no encontré más que la puerta de la habitación de mi hermana entreabierta; y ningún rastro de que alguien hubiese estado caminando por la alfombra.
Mi hermana dormía profundamente, al igual que mi madre. No quise saltar tan rápido a la conclusión de que algo iba mal, así que pensé en ir a ver qué hacía mi madre y si se trataba de una broma para hacerme ir a la cama. De camino a la habitación de mamá, escuché los tacones de nuevo; pero esta vez como si alguien bajara corriendo la escalera.
Alguien invisible.
Había un maldito fantasma en mi casa. 
Eso me aterrorizó, y desperté a mamá gritándole lo que había pasado. Pensé que me regañaría, pero se limitó a mirarme fijamente y decir algo que me heló la sangre.
Al parecer, lo mismo le había pasado unas semanas antes cuando se encontraba sola en la casa."

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